Ya se está ya bastante alejado de la primera industrialización, la de Gran Bretaña, para saber que ni los norteamericanos, ni los alemanes ni los japoneses, han dado los mismos pasos que los ingleses, aunque vista hoy, sus experiencias históricas sean relativamente cercanas unas a otras. Igualmente se tiene claro que la diferencia entre Estados Unidos y la Unión Soviética no eran de modos de producción, sino de modos de desarrollo, que se definen por la relación que existe entre los hechos económicos, los políticos y los ideológicos. No se puede hablar de sociedad industrial sin hablar de una relación particular de clase. Salta entonces la pregunta, ¿si todos han sido imperialistas, Porque hoy la supremacía de los Estados Unidos?. Se alegará sobre la esencia y la naturaleza cultural del pueblo norteamericano, sin embargo la historia nos dice que tal cosa no existe. A los Estado Unidos se les ha llamado una sociedad de inmigrantes; un mosaico de nacionalidades, corrientes de inmigración que rompieron con sus propias culturas y tradiciones en busca del sueño americano. Aunado a ello logró un desarrollo industrial sin que lo detuvieran remanentes de la tradición feudal en un espacio ilimitado con grandes recursos naturales. Durante los siglos XIX y XX, Estados Unidos recibió un sinnúmero de inmigrantes provenientes de todas partes del mundo, quienes en su mayoría conseguían trabajo en las grandes industrias y contribuyeron, de este modo, con la consolidación del poder industrial de esta nación. Consecuentemente los primeros que los primeros colonos ingleses que llegaron en el siglo XVII, constituyeron un pueblo de hombres libres,“ Los Padres Peregrinos”, era un grupo de puritanos que abandonan Inglaterra en 1609, para huir de la persecución por sus creencias religiosas, del despotismo de los Estuardo, en busca de un mundo libre de la influencia corruptora de otros modos de vida y religiones, desde su óptica, estableciéndose en lo que se llamó “Nueva Inglaterra”. Donde posteriormente comenzaron a llegar nuevos colonos, personas que buscaban un sitio donde hubiera libertad de culto. Grupos de cuño calvinista, que más tarde establecieron reglas en común que incluía preceptos democráticos y de respeto para las creencias religiosas personales. Los descendientes de aquellos Pilgrim Fathers son considerados aún hoy como el núcleo histórico del pueblo norteamericano. De la primera relación con los indios, de los “Padres Peregrinos”, quienes los enseñaron a pescar y sembrar maíz celebran el Día de Gracias, el cuarto jueves de noviembre los estadounidenses. Durante los diez años transcurridos desde 1630 a 1640, el nuevo mundo acoge a cierto número de católicos disconformes con la situación religiosa en Gran Bretaña. Desde la expedición de los “padres Peregrinos” existieron también razones económicas y sociales que se unían a los religiosos para provocar la emigración. Herederos de las tradiciones inglesas, los colonos norteamericanos gozaban de una libertad política muy superior al de los pueblos europeos.
En el siglo XVIII, los franceses soñaban con una reforma social que tomará como ejemplo a Inglaterra, pero cuando por primera vez se oyó pronunciar la palabra revolución, fueron los Estados Unidos de América, país de libertad, quienes ofrecieron la imagen de una sociedad ideal.
Si bien la expansión norteamericana ha sido suficientemente documentada, no es de interés aquí el examen de la situación económica del mundo imperialista, ni su validez o acepción actual. El propósito es utilizar el conocimiento que se tiene para la comprensión del fenómeno político que se expresa en la conducta de las grandes potencias. El primer factor que hace posible la hegemonía norteamericana en la posguerra fue que en el período anterior Estados Unidos habían alcanzado ya, una posición de preponderancia mundial. Posición que las circunstancias geopolíticas de la segunda guerra mundial determinaron que los Estados Unidos fuera la única potencia relativamente beneficiada por la guerra. En primer lugar, fue el único país situado físicamente fuera de la zona de combate; en segundo lugar trajo un auge que permitió a Estados Unidos recuperarse definitivamente de los efectos remanentes de la gran depresión. Desde principios de siglo XX las naciones europeas más poderosas habían comenzado a disminuir su preponderancia en la exportación mundial de manufacturas, mientras que los Estado Unidos ganaban más importancia. Esta declinación se aceleró con la segunda guerra mundial, que trajo consigo el derrumbamiento de los imperios británicos, el francés y el holandés. El más revelador fue el de Gran Bretaña, ya que era ese país el que había ejercido un mayor dominio en el mundo. En resumen la enorme expansión de Estados Unidos aprovechó tanto el vacío de poder dejado por la devastación de las potencia europeas y la decadencia de los antiguos coloniales, como las nuevas oportunidades creadas por la reconstrucción de Europa Occidental y de Japón. Ello resultó en un nuevo orden mundial: bajo la hegemonía absoluta de Estados Unidos. El impacto unificador de esos procesos sociohistóricos fue reforzado por la expansión del bloque Soviético hacia Europa Oriental, interpretado como una fuerte “amenaza” para la seguridad de los países capitalistas. Por primera vez en el mundo existen sólo dos grandes potencias y, por la otra, también por primera vez, esas potencias son formaciones económicosociales estructuralmente diferentes y antagónicas.
La última estocada es la caída del Muro de Berlín, con la desaparición del bloque soviético el capitalismo se extiende a nivel planetario, con Estados Unidos como la principal potencia, punto de referencia científico-técnico, social y económico, sin visas de que pueda ser suplantado, lo cual no puede tomarse como un absoluto pues la historia lo desmiente, pero no existe en el horizonte un sustituto ni un cambio de modo de producción. Existen economías emergentes como China, pero una sustitución no debe pensarse sólo en lo económico, sino en lo político social y cultural. No se desconoce la problemática norteamericana, es más bien un análisis macro y geopolítico por ello al hablar de imperialismo hay que hacerlo a la luz del acontecer histórico actual. En términos contemporáneos no puede teners la misma concepción ni acepción. Esta es más una visión natural de la época del capitalismo liberal. Ya no pertenecemos a la historia que la hizo nacer. Así como no puede hoy pensarse que las sociedades dependientes son solamente un juguete de las crisis capitalista internacionales. Ellas existen. Una concepción como esta les quitaría toda especificidad verdadera a las sociedades nacionales. Más podría hablarse, en algunos casos de tratados inconvenientes, o desconocimiento de la realidad actual. Hace ya tiempo que Brasil entre otros rompió con el mito de la imposibilidad del desarrollo de los países dependientes.
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