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sábado, 6 de junio de 2015

La Ruptura Generacional.


Cuando se evoca los años sesenta del siglo XX nos viene a la mente escenas de gran colorido, música con sentido y sentimiento, los Beatles y su música, ídolos cinematográficos, escenas excéntricas. Pero en verdad ¿Qué pasó en los años sesenta? objeto de estudio para historiadores, antropólogos, psicólogos  y sociólogos. Para algunos sólo es una intensificación de la cultura cofigurativa ya existente, en la que el modelo prevaleciente para los miembros de la sociedad reside en la conducta de sus contemporáneos, otros alegan que se ingresaba  en una evolución cultural totalmente nueva. Una ruptura generacional única y que no tiene parangón en el pasado, consistente en que abarca todo el mundo. Aunque parezca absurda la afirmación, la rebelión juvenil  se caracterizó   justamente por la juventud biológica, que según sus representantes implica una pureza no corrompida por el sistema, un estamento amplio con intereses propios. Otro elemento importante es  que estos cambios se han dado casi simultáneamente, dentro del ciclo vital de una generación. El énfasis en singularidades nacionales obstaculiza un principio explicativo. Cuando se busca la causa nos encontramos que las que se le adjudican : la bomba atómica, la guerra, la segregación racial no eran algo nuevo,  igualmente la “revolución sexual” o el uso de las drogas, ninguna de  estas causas se encuentran pues en el origen de la rebelión juvenil, aunque todas contribuyeron difusamente a crear condiciones para la protesta juvenil. Por consiguiente, las causas de la rebelión juvenil no se encuentran tanto en el mundo que circunda a la juventud  tanto como en ella misma. ¿Pero a qué se debe que ésta haya alcanzado un estadio de conciencia tan lucido, de sentimientos tan exaltados, de necesidades tan  perentorias como para convertirse en portavoz  contra del sistema establecido? A efectos políticos y sociales en occidente la juventud se encontraba perfectamente integrada a la sociedad, y es en el ámbito de la escuela  que comienza a tomar conciencia de formar parte de un estamento,  ya  en los años veinte y treinta habían tomado conciencia de sí misma, y en la primera mitad del siglo XX se rebeló contra la moral victoriana. La adquisición de poder adquisitivo les otorga una relevancia que no se les había dado.   También ella es hija del proceso de cambio de la humanidad. En 1966 Jack Weimberg de la Universidad de  Berkeley (California) lanza la consigna: “Desconfiad de  todos los que tienen más de treinta años”.  Entre 1949 y esta declaración, en 1966, se desarrolló la agrupación de la juventud señalándose  fenómenos importantes: la aparición del rock´n roll, la carrera de James Dean, el ascenso de The Beatles, las poesías de Allen Ginsberg, las canciones de Joan Baez… Una de las causas decisivas de la rebelión juvenil es el enfrentamiento con los padres y la crisis familiar. En la familia nuclear al llegar a la adolescencia, los jóvenes de ambos sexos valoran a los padres como responsables inmediatos de lo que les ocurre  por lo que es frecuente que los consideren como los “representantes” del sistema contra el cual comienzan a rebelarse desconociendo los distintos sectores de la comunidad entre los cuales hay que distribuir las responsabilidades. En términos generales el movimiento juvenil se caracteriza por  el vagabundeo, el hedonismo, la marginación de la sociedad.  La eliminación entre trabajo u ocio, actitud ante el sexo. Se expresan a través de la música; la droga como la música no son solamente una contestación  a la sociedad despersonalizada, constituyen además un camino de ampliación de la mente y de la sensibilidad;  utopismo  en el sentido de proponer  que, en vez de esperar que la revolución cree nuevas condiciones para vivir, éstas se ponen en práctica con el fin de  tal actitud sea revolucionaria. Ni las revoluciones de carácter socialista convencen a los jóvenes, pues después de derrocar el antiguo régimen vuelven a restaurar los mismos valores fundamentales.  La contracultura desarrollada no es anticultura, sino una verdadera cultura que deje atrás por inservible al viejo sistema.   Los jóvenes se reúnen  a partir de la conciencia de juventud, dentro de un espíritu que no precisaba de normas  para unificarse,  cuajando  con frecuencia en formas estables de convivencia como las comunas. Aunque la imaginación popular lo ha supuesto son raras las comunas promiscuas. La limpieza está destinada a evitar las enfermedades y malos olores, sin adscribir la suciedad a lo moralmente malo. El antiautoristarismo desmonta tanto las  estructuras autoritarias capitalistas, como las prácticas revolucionarias tradicionales. Si el sistema es autoritario el individuo también lo es, por lo que  cambiar las estructuras pasa por cambiar al individuo, comenzando por el revolucionario, de allí el acento en la revolución de la propia individualidad. Son más atentos a los niveles no verbales, pues las palabras engañan tanto en lo político como en lo social. Utilizando casi siempre la guitarra forma un mundo musical característico de enorme envergadura.   La rebelión juvenil se concreta en una serie de movimientos característicos a partir de la segunda mitad de los cincuenta: Gamberros, Vagabundos, Beats y beatniks. De todos los movimientos ninguno tuvo mayor difusión ni fue más imitado como el hyppy, puede decirse que fue el movimiento  representativo de la juventud de de los años sesenta, hasta el punto que todo joven de la contracultura se  le suela  llamar hyppy.  Por otra parte no todos los hippies piensan y actúan de la misma manera por lo que su base fuese muy amplia, facilitando la confusión con el vagabundeo, el beatnick o con el provo; sin embargo poseen  características que  los diferencian. Teóricamente nacen hacia mediados de los sesenta, y su  defunción se ubica en 1968, aunque el proceso de formación puede encontrase  ya en 1960 y por otro lado su espíritu tarda en desaparecer. Como otros el término proviene del jazz, hip significa algo así como “sabio” o “iniciado” y de él  deriva  la palabra hyppi. Como la mayoría se excluyen voluntariamente de la sociedad, prescindiendo totalmente de ella proponen la fundación inmediata de un mundo nuevo, aquí y ahora. Darle vuelta a las estructuras equivale a derribar un bunker para reconstruirlo de otra manera. Se les llamó hijos de las flores, por su símbolo,  y su práctica esencial el amor como actitud  ante las cosas y la personas. Todo ello forma una gama de protestas  radicales más emocional que  racional -”salta abandona la sociedad”-, pertenecen a aquella línea de sabiduría que se entronca con los cristianos puros y con los budistas, con San Francisco de Asís y Tolstoi, con  Henry D.Thoreau y  Hermann Hesse. La comercialización de su movimiento y sus símbolos los hace disolverse en 1968, para proseguir en la “clandestinidad”, es decir sin señales externas.  Los beats, beatniks y hippies son típicamente estadounidenses. Otro movimiento, los provos, son claramente europeos. Nacen en  la ciudad holandesa de Amsterdam en los primeros años de los sesenta, se inspiran en los artistas de  los happening, espectáculos mediante los cuales los artistas se proponen acabar con el divorcio entre los actores y el público apelando a la imaginación, matar una gallina en escena provocaba la protesta del público,  a lo que se llamaba la atención acerca de la falta de preocupación ante las víctimas de la guerra en Vietnam. Entre  otros temas. Introducen el hapenning en el ambiente popular. Más políticos no se exilian, sino que actúan sobre la sociedad, pero no aspiraban a la revolución pues era superior a sus fuerzas y se limitaban a la provocación, que a su vez podía contribuir a preparar las condiciones revolucionarias. Hacia 1966 abandonan la lucha que les caracterizó al ser comercializadas sus fórmulas: “El provotariado pasa, la juventud permanece”. Finalmente la politización que el estudiantado universitario experimenta en sus  posiciones, generalmente éticas, conlleva a la rebelión universitaria y estudiantil, casi de modo simultánea en numerosas universidades de  occidente. Las revueltas de junio de 1967 en Berlín y otras ciudades alemanas; la de Berkeley (Estado Unidos) y la  “Revolución de Mayo” de 1968 en Paris fueron fundamentalmente realizadas por universitarios (en menor medida por los escolares , por los jóvenes  de las clases trabajadoras y por los adultos) Existían peticiones básicas que entroncaban con la contracultura; el lema “la imaginación al poder” de los estudiantes del Mayo Francés, unían  la reinvindicaciones  específicamente universitarias con las de la juventud en general.

En relación a que la disconformidad  juvenil fue mundial – Margaret Mead comenta -  Hombres portadores de tradiciones culturales muy distintas entre sí ingresan en el presente en el mismo instante cronológico, en un presente para el cual  ninguno estaba preparado por su comprensión del pasado, por su interpretación de la experiencia contemporánea o por su expectativa para el futuro. Todos los pueblos de la tierra marchaban por diferentes caminos que salen de pasado para desembocar en una comunidad mundial, sin excluir ningún camino ni olvidar ninguna forma de vida. Sin duda su significado, la lucidez y flexibilidad mental no será igual en todo lugar donde llegaran sus repercusiones. Sus principios y propuestas se aclimataran a los diferentes lugares, existirá mimetización,  se actuara en forma similar por un tiempo en algunas partes y se encerrara en los propios moldes de experiencia. Es posible que las versiones locales de la nueva cultura transmitan la expectativa de cambio, pero simultáneamente de que lo que existe perdurara. Sería erróneo  creer que toda la juventud participó, pero de un modo u otro casi todos los jóvenes se sintieron representados. Por otra parte quienes participaron son hoy personas mayores y la sociedad se ha visto obligada a aceptar algunas o muchas de las prácticas y valores tan específicos  de la rebelión juvenil, con lo que estos se han universalizado. En todo caso el estilo juvenil se considera que triunfó en cuanto fue absorbido, en sentido estricto, la mayor victoria, seguramente es haber sensibilizado a la sociedad frente a problemas locales y mundiales.  Margaret Mead habla sobre  la frecuencia con que se reimplanta lo tradicional después de revueltas en las que predominó la conciencia en sí mismos, absorbido bajo el concepto de moda la cual ratifica que nada importante se modifica, perdiéndose detalles del fenómeno. Así como se consagra la rebeldía en una determinada etapa de la maduración. Sin embargo las conductas no analizadas son más difíciles de  distinguir   cuanto más se parecen a las del observador. En otras palabras, si se esperaba un cambio instantáneo y no se analiza que algunas de sus exigencias resultaban irrealizables en sus detalles concretos, podría hablarse de un fracaso, pero es indudable que hubo modificaciones importantes y este fenómeno inició un proceso civilizatorio que aún está en marcha.

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