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miércoles, 24 de junio de 2015

Juventud y Política.

Los niños enseñan a sus padres.



Se llegó a hablar de la indiferencia de la juventud en general, y de la venezolana en particular, hacia la política, y podría decirse no sólo la juventud sino de grandes masas de población en contraste con el apasionamiento de generaciones anteriores, aunque podría hablarse más bien de asumirla de otra manera. A decir verdad la antipolítica es la más perversa de las políticas. Vale el dicho de que aquellos que se desentienden de la política están condenados a someterse a lo que decidan los que si se interesan. Aunque podría decirse que en contraste con generaciones anteriores el compromiso político no es visto con la misma pasión, podría hablarse de que la idea de cómo organizarse ha variado, consciente o inconscientemente y se expresa a su vez según los niveles de conciencia. Se ha dicho que la política es vista como algo de viejos, por lo mismo hay que saber cómo acercarse a ellos para evitar su rechazo, actitud por demás paternalista. Los jóvenes saben lo que es justo y lo que no lo es, su actitud no significa irresponsabilidad o desdén intelectual y moral. Se puede decir que son más cultos que nosotros en cuanto cultivan en forma sistemática la personalidad a través del análisis en virtud de los nuevos descubrimientos y las innovaciones en la tecnología y en las formas que las instituciones producen alteraciones en el carácter cultural, en ese sentido puede hablarse de un crecimiento social y por tanto una incompatibilidad con las burocracias de origen leninistas que han prevalecido en muchas organizaciones políticas, con una noción de libertad e igualdad social en arreglo al grado de cultura actual. Por ello generalmente no son atrapados fácilmente por actitudes artificiosas. Un cliché no es suficiente para ganárselos. En términos generales son producto de su época, no se formaron bajo el cuño abstracto de la cultura europea de raíz filosófica o literaria. Se han formado en el cuño de la cultura norteamericana, de un mundo de altas especializaciones técnicas que dominan el mundo. No hablamos de un pensamiento reaccionario, pues si hay una juventud cuestionadora de su propio capitalismo y del imperialismo es la norteamericana. En América Latina prevaleció una escuela que culpaba a la dependencia de todas nuestras lacras, sin embargo existía una contradicción entre lo que decían y lo que hacían quienes la sostenían. La evolución del capitalismo internacional tenía que llevar al predomino de la cultura gringa. Quien haya leído a Marx no puede sorprenderse de la hegemonía yanqui. Aunque no percibida como antagónica sino como partícipe de ella, en un mundo en el que han de definirse. Al centrarse las relaciones en una concepción especial y al extenderse el comercio se opera una relación de interdependencia o dependencia económica y cultural. Idénticas condiciones, idénticas antítesis e idénticos intereses necesariamente provocarían en todas partes, muy a grandes rasgos, idénticas costumbres. Los países se relacionan unos con otro, cuya realización depende de los medios de comunicación y de las necesidades más primitivas o más desarrolladas de las zonas asequibles con arreglo a su a su correspondiente grado de cultura. La generación actual tiene otros valores y otras prioridades, a su juicio la matanza de un enemigo no es cualitativamente diferente distinta del asesinato de un vecino, no se definen por sus relaciones sociales sino por su dependencia económica, en razón no se definen como clase sin por su acción individual. No se encierran dentro de una categoría abstracta sino que se expresan dentro de un pensamiento concreto, tienen una idea de cómo organizarse en sociedad aunque no sea la que conmovió a la generación que les antecede. Fuera de la acepción que se da en el análisis histórico y social a los términos progreso y modernidad en las relaciones reales y concretas vividas a quienes no se conforman a la “modernidad” se les reduce al sin sentido, a la resistencia al cambio, al sostener concepciones desplazadas por la historia convirtiéndolas en un credo en la última palabra de la sabiduría, volviendo la validez en falsedad. ¿Puede alguien hoy hablar sin explicaciones, o decir de qué está hablando de clase obrera, de clase media, de conciencia de clase, o incluso de planificación, de fascismo o de izquierdismo, para afirmar o para negar.?. Aún más ¿sus acciones expresan lo que dice? A veces podríamos preguntarnos si son sinceros, pero de un movimiento sincero nacieron el nazismo y la Inquisición.

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